PESCA EN CHALTEN
Salmones de 33 kilos: "Este lugar es una locura"
Cuatro amigos del Alto Valle fueron a pescar por primera vez esos inmensos peces al río de las Vueltas, a 30 km de El Chaltén

Sacaron 47 en cuatro días de aventuras inolvidables. ¿Cómo llegan los salmones hasta ahí? Todo empezó con la fuga de una jaula en el Estrecho de Magallanes. Aquí comparten la historia, el relato y las impresionantes fotos.
Son amigos, viven en el Alto Valle y decidieron ir por primera vez tras los gigantescos salmones chinook que remontan un río corto y angosto a unos 30 km de El Chaltén, esa joya de picos nevados que aman los montañistas al suroeste de la Patagonia.
Hhicieron base en el pueblo de Santa Cruz al pie del Fitz Roy, la capital nacional del trekking con sus senderos que invitan a caminar en los paraísos de la cordillera que atraen cada vez a más turistas extranjeros y los precios lo saben. Y cada mañana, a las 6, hacían 30 km hasta el río de las Vueltas, que nace en el lago del Desierto y desemboca en el lago Viedma. Es un río corto, de curvas y pozones, con salmones gigantes, peleadores, poderosos, inolvidables.
"A veces los ves subiendo a un metro tuyo y no lo podés creer», dice Fede Ruiz. Pescadores de ley, nunca olvidarán lo que vivieron esos días. Acá cuentan la historia. Fue como tocar el cielo", dice Fede «El Picante» Ruiz, que es de Cipolletti. Compartió la aventura con Julián "Tota' Matamala (de Villa Manzano), Andrés "El Chileno" Méndez (de El Chañar) y Luquitas Nahuel (de Allen). Los cuatro amigos que partieron del Alto Valle de Río Negro y Neuquén forman el grupo Patagonia Picante y pescaron con mosca o spinning con anzuelo sin rebaba y señuelos brillantes 47 salmones de más de 20 kilos en cuatro días.
Los devolvieron todos. "Para que continúen con su ciclo de vida y se reproduzcan", dice Fede. Para las sobremesas quedan anécdotas como la de Tota Matamala, que enganchó uno gigante y le pegó un tirón de aquellos y casi se lo lleva río arriba y lo atajaron entre todos y después le dolían los brazos pero lo levantó, le dio un abrazo y lo regresó a su hábitat, entre las risas de sus tres amigos.
Otro mañana, mientras caminaban a los pozones para empezar la jornada, una familia de rusos les preguntaron cómo podían hacer para pescar un salmón. Les explicaron, los guiaron, pescaron uno grandote y se fueron contentos. Los pescadores del Alto Valle también: la Patagonia estaba más picante que nunca.